Qué desafiante resulta definir qué entendemos por calidad en educación. Discursos, ensayos y un sinfín de textos hablan hoy de una calidad indispensable en el aula, la misma que por tratarse de un concepto amplio, es difícil de acotar.
Si de todos modos lleváramos esta calidad del proceso educativo a una sola palabra que nos facilitara su comprensión, debiéramos hablar de interacciones pedagógicas, que tal como indican las Bases Curriculares del nivel inicial, son la principal herramienta pedagógica en donde se asienta el vínculo educativo que permite los aprendizajes de niños y niñas.
Las interacciones positivas, es decir, aquellas cargadas de oportunidades de aprendizaje, respeto, buen trato, consideración por el entorno, entre otros, son, por tanto, portadoras de esta anhelada calidad y en las cuales radica el nuevo impulso que requiere nuestra educación chilena, partiendo por su primer escalón en salas cuna y jardines infantiles. De ahí que el segundo número de Niñez hoy dé tribuna a voces que nos hablan de la importancia de una atención plena del educador que le permita captar requerimientos, emociones e intereses de sus educandos y, más aún, aprovechar cada situación como una oportunidad real de aprendizaje.
La calidad en educación es un indispensable que debemos remirar hoy.