Copiapó, (@JUNJI_Atacama). Cada 12 de octubre, el concierto internacional conmemora un día dedicado al reconocimiento de la diversidad cultural, fecha que rememora el arribo de la comitiva hispánica a cargo de Cristóbal Colón a las costas de Guanahani en 1492.
Más allá de la conmemoración, el reconocimiento de la diversidad social y cultural de nuestros contextos, debe ser un proceso que permanentemente nos lleve a valorar y tender relaciones de reciprocidad y respeto, entre seres diversos que compartimos un espacio en común. La sociedad global, está cada vez más preocupada de lo que aprenden las niñas y niños en los distintos espacios educativos. Es así como, la familia tiene anhelos sobre la formación de las niñas y niños, los que son vistos por las comunidades educativos como oportunidades para el enriquecimiento de su labor educacional y que son desarrollados por los equipos pedagógicos, de la siguiente manera.
Educar en diversidad, un derecho para la niñez
María Rodríguez Milla, educadora encargada y Yelda López Gómez, educadora de párvulos del Jardín Infantil “Arcoíris” de la localidad de El Salado en la Provincia de Chañaral, plantean que, desde su proyecto educativo institucional, “la diversidad fortalece el proceso educativo y promueve una educación basada en los derechos de las niñas y niños”.
De esta manera, el establecimiento se promueve como un promotor de la cultura, en sus diversas expresiones. En palabras de su encargada: “Tanto las niñas y niños que son recibidos en nuestra unidad educativa, deben ser atendidos según su contexto, considerando en su educación, las características familiares y sociales”. Por su parte, la profesional Yelda López, menciona que “en las diversas actividades que desarrollamos de forma periódica, participan todas las familias y compartimos las distintas expresiones de su cultura, ya sea la de su identidad indígena o sí son migrantes, comprendiendo el rol de nuestro jardín como garante de la diversidad”.
De esta manera, la encargada del Jardín Infantil “Arcoíris” define que estas acciones se enmarcan en un curriculum integral, “que engloba todos los elementos que enriquecen nuestra labor y las posibilidades que las niñas y niños tienen en una localidad que debe enfrentar una serie de dificultades para su existencia, situación que no debe restar al desarrollo de nuestras niñas y niños”.
La diversidad, una conexión al territorio y contexto
Por su parte, Sonia Rojas Araya, educadora encargada y Mónica Díaz Carrizo, educadora de párvulos en el Jardín Infantil “Burbujitas” en Huasco, relevan una larga trayectoria del establecimiento, que ha buscado reconstruir su historia, la que se transforma en una potente plataforma de aprendizaje, dentro y fuera del jardín infantil. Sonia Rojas plantea que “al llevar treinta años trabajando en Huasco, puedo describir los esfuerzos que el equipo pedagógico ha desarrollado para reconstruir nuestra historia local y así fundamentar los aportes que la diversidad cultural implican para nuestra práctica con las niñas y niños.
Hemos sido capaces de llegar a nuestros patriarcas naturales, las personas de mayor edad en la comunidad, quienes en distintas instancias nos han acompañado en la reconstrucción de nuestra historia local, compartiendo con las niñas y niños, hechos desconocidos y que sólo se accede por la oralidad”.
En este sentido, la educadora Mónica Díaz, sostiene que “como equipo hemos realizado adecuaciones al curriculum que permitan la aproximación lúdica de los párvulos a juegos tradicionales, desarrollados históricamente en nuestra comunidad, con insumos característicos, tales como: arena, totoral y aceitunas, entre otros”. Asimismo, destaca el importante rescate del historicismo a través de la vinculación de las niñas y niños con las personas mayores de la comuna, “generando un significativo proceso de reconstrucción de tradiciones a través de cuentos y relatos que relevan la memoria local, fortaleciendo la identidad de las niñas y niños con nuestro territorio de Huasco”.
La diversidad migrante en la educación inicial
El Jardín Infantil “Juan Pablo II”, ubicado en los sectores altos de Copiapó, alcanza un 60% de su matrícula, con párvulos y párvulas, provenientes de familias inmigrantes de países latinoamericanos, en donde destacan: Venezuela, Ecuador, Bolivia, Perú y Colombia. Para su educadora encargada Carla Carvajal Cerda, este escenario multicultural es un importante desafío para el equipo pedagógico, “que reconoce a las familias en sus saberes y diversidad”.
De esta manera, a través de la estrategia “Cómo sueño mi jardín”, las familias se han incorporado de las decisiones pedagógicas, “definiendo importantes proyectos para los distintos niveles de atención que son parte de la comunidad educativa”, explica.
La educadora de párvulos comenta que “durante los últimos meses del año 2019, nuestra comunidad Juan Pablo II participó en un maravilloso proyecto de cantos inclusivos, gracias al aporte de la Agrupación Cultural Cantantes Líricos Atacama”.
Canto inclusivo para niños, es una iniciativa que concitó la participación de familias y agentes educativas del establecimiento, según comenta la encargada del jardín infantil: “su grabación y composición es local y las letras están basadas en las historias de vida de nuestras familias, cuestión muy significativa para el logro del proyecto, puesto que esto ha generado una vinculación muy sentida de todas y todos, con lo que implica la inclusión de las culturas migrantes”.
Respecto a la valoración que existe de parte de las familias inmigrantes al centro educativo, Carla Carvajal sostiene que “las familias inmigrantes de nuestro jardín valoran la preocupación que tiene Chile con la niñez y especialmente valoran que el Estado a través de un servicio gratuito, brinde no sólo asistencia social, sino que, además, entregue educación de calidad a través de profesionales capacitadas”.
Finalmente, su reflexión refiere a que “cada familia inmigrante abraza un sueño y vemos que ellos se esfuerzan por ello, contando con el apoyo del equipo educador, que nos preocupamos de sus hijas e hijos”.
Cosmovisión y saberes diaguitas que renacen en el valle
En la localidad rural de Juntas de Valeriano, al interior del valle del Huasco, funciona el jardín étnico “Nevadito”, a cargo de Angélica Huanchicay Campillay, con una extensa trayectoria, este establecimiento desarrolla un importante trabajo de rescate y transmisión del saber indígena para la primera infancia.
Desde esta perspectiva, su encargada plantea: “Nuestra labor implica el rescate de las actividades tradicionales que desarrollamos en el valle, no se trata de una cultura perdida en el pasado, sino que promovemos que, a través de ella, las familias y los párvulos vayan reencontrando su pasado histórico y la identidad de nuestra cultura diaguita”.
Por su parte, Lesly Rojas Campillay, agente educativa del centro educativo, releva el rescate de la alimentación tradicional. “Nos hemos preocupado de que las niñas y niños vivencien los usos cotidianos de la alimentación diaguita, por medio de cambios en las raciones que da Junaeb, estableciendo una minuta intercultural que acerca a las niñas y niños a tradiciones muy propias de su hogar”.
Este relevante trabajo es fortalecido por las educadoras en lengua y cultura indígena (ELCI), María Franco Campillay y Juana Huanchicay Rodriguez, mujeres diaguita que han abrazado un importante rol en el rescate de la cultura ancestral del valle. María Franco ELCI del Jardín Infantil “Sendero de Esperanza” en El Tránsito, sostiene: “Soy una mujer diaguita nacida en este valle. Por mucho tiempo, pensamos que nuestra cultura había muerto, incluso nuestra lengua kakan, pero alguien me dijo por ahí, que sólo estaban dormidas”.
La mayoría de las familias de los jardines Junji del valle son diaguitas, por lo que el rescate de lo nuestro es esencial, para poner en valor nuestra cultura y los niños desarrollen su identidad, ya que la familia es portadora de una raíz indígena, necesaria para educar”.
Por su parte, Juana Huanchicay, ELCI del Jardín Infantil “Nevadito” valora la importancia que las ceremonias rituales tienen para los párvulos y sus familias. “Nuestro pueblo diaguita en su historia, tiene distintas ceremonias, las que deben efectuarse siempre, no sólo en fechas especiales, dando continuidad a estas instancias que nos conectan con la Pachamama y sus componentes naturales”.
Para Luis Campusano Kemp, director regional de la Junji Atacama, este trabajo implica “que los jardines infantiles estén permanentemente vinculados a los territorios y su rol educador, trascienda a las comunidades en donde se encuentran. La institución en su historia ha reconocido a la familia, como un agente formador y es por intermedio de ella, que la educación parvularia se sustenta, construyendo aprendizajes colectivos«.
Campusano, agregó que “esta conmemoración es un hito que debe extenderse a todo el año, como sociedad tenemos un compromiso con la diversidad y debemos tender puentes para el encuentro de todas y todos, en una sociedad abierta, que establezca relaciones de respeto por todos los grupos que forman parte la región y Chile, compromiso que seguiremos renovando a través del trabajo pedagógico de nuestros jardines infantiles”, finalizó la autoridad regional.