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Bárbara von Igel Grisar: “Abordar la educación ambiental desde los valores permite cimentar un cambio real”

Santiago, (@JUNJI_Chile). Más de 400 educadoras y técnicas de párvulos de la Junji participaron recientemente de la jornada nacional del programa SNCAE, como se denomina al Sistema Nacional de Certificación Ambiental de Establecimientos Educacionales, a través del cual ya se han acreditado 445 jardines infantiles de la nuestra Institución.

Conversamos al respecto con la coordinadora nacional a cargo, la geógrafa Bárbara von Igel Grisar, quien, con más de 15 años de experiencia en educación ambiental, trabaja por fortalecer esta área en el sistema educativo chileno desde el Ministerio de Medio Ambiente.

La experta, además nos entrega consejos sustentables para desarrollar en el hogar en contextos pandemia. Y explica que, pese a la crisis sanitaria, se han generado instancias de capacitación, seminarios y conversatorios virtuales junto a la Subsecretaría de Educación Parvularia, Junji e Integra, donde se han destacado buenas experiencias educativas en la materia.

¿Por qué es importante la educación medioambiental en la primera infancia?

“La educación ambiental es vital en la primera infancia, porque nos ayuda a instalar e incorporar en la formación inicial de niñas y niños, la educación en valores, como lo son el respeto, la solidaridad, la corresponsabilidad, la austeridad y la empatía con el medio ambiente; entendiendo este último como el espacio de interacción, de relación y comunicación entre los organismos vivos y no vivos, y que tiene componentes naturales, socioculturales y artificiales”.

Abordar la educación ambiental desde los valores permite cimentar en las personas un cambio real en su relación con el medio ambiente, al sintonizarse con el marco ético de cada uno, promoviendo de esta manera generar un cambio cultural en la sociedad que nos encaminará a avanzar como país hacia la sustentabilidad”.

“Desarrollar procesos de educación ambiental en la primera infancia es clave, ya que nos permite hacer partícipe a las niñas y niños de las problemáticas de nuestro planeta; a través de la observación directa de su realidad natural, social y cultural, reconociendo los problemas y necesidades de su comunidad y a partir de ello generar preguntas, plantear ideas y obtener conclusiones diversas en función del contexto local en que se desarrollan, motivando la toma de decisiones conscientes de cada una de sus acciones. En esta edad, debemos aprovechar especialmente su capacidad de asombro, de curiosidad, de sujetos opinantes y su impulso innato de explorar, experimentar, tocar, imaginar y finalmente de querer el mundo que les rodea”.

¿Cómo pueden las familias desarrollar educación ambiental en sus hogares en estos tiempos de pandemia?

“La educación ambiental se puede practicar en tiempos de pandemia, no importando si es desde una casa con patio o desde un departamento. Desde todos los espacios se pueden desarrollar actitudes, habilidades y acciones, que ayuden a respetar nuestro planeta y a ser más amigable y generosos con nuestro entorno. Por una parte, se puede hacer un mini huerto, almácigos, reducir conscientemente el consumo, hacer compras locales, reutilizar, reciclar, construir una lombricera, hacer detergentes y limpiadores con elementos naturales, entre otras acciones.

Igualmente, es importante transmitir a las familias que practicar la educación ambiental tiene relación también con el cuidado y protección que nos damos entre nosotros. Por lo tanto, acciones como por ejemplo promover el conocer a los vecinos y entregarse apoyo mutuo, respetarlos generando el menos ruido posible, respetar y valorar la diversidad, es también una forma de cuidar el medio ambiente”.

¿Cómo trabaja el Ministerio para que la infancia participe y tome consciencia en la protección del medioambiente?

“El Ministerio del Medio Ambiente cuenta con distintos programas e iniciativas que ayudan a educar a la ciudadanía en materias de cuidado y protección del medio ambiente. Se destaca nuestro Sistema Nacional de Certificación Ambiental de Establecimientos Educacionales (SNCAE), que promueve que los establecimientos educacionales, de todos los niveles educativos y tipo de administración, desarrollen estrategias de educación ambiental, recibiendo un reconocimiento que acredita que han desarrollado un proceso educativo ambiental. Hoy, más de 2.000 establecimientos educacionales están certificados ambientalmente. Por otra parte, hemos desarrollado y promovido políticas públicas que permitan instalar en el currículum y en los instrumentos de evaluación y gestión educativa los principios y valores de la educación ambiental, así como el desarrollo de conocimientos, actitudes y habilidades que permitan formar personas conscientes, respetuosas y participativas del cuidado del medio ambiente”.

“También hemos elaborado recursos y materiales educativos, que se encuentran disponibles en nuestro Repositorio de Educación Ambiental y en la Eco biblioteca, que ayudan a fortalecer los conocimientos, actitudes y habilidades en niñas y niños. Hacemos una mención especial a la reciente edición de la Guía de Educación Parvularia: Valorando y cuidando el medio ambiente desde la primera infancia que, además de abarcar la educación ambiental y su relevancia en la primera infancia, destaca la relación de esta con las Bases Curriculares y el Marco para la Buena Enseñanza, entregando por último una propuesta de 53 experiencias de aprendizaje para todos los tramos educativos”.

¿Qué herramientas deberían tener las niñas y los niños para prepararse para el futuro, en relación con el medioambiente y sustentabilidad?

“Debiésemos hoy sentar las bases sólidas de los valores asociados a la educación ambiental, los que se deben ir traduciendo en acciones amigables con el medio ambiente y con el entorno, entendiendo este último como natural, social y cultural. Quiero enfatizar en esto último, dado que aún está instalado en muchas personas la idea del cuidado del entorno natural, pero igual de importante y necesario para alcanzar una sociedad sustentable, es avanzar hacia una relación de respeto, corresponsabilidad, empatía y solidaridad entre nosotros los seres humanos, que somos parte del medio ambiente. Por tanto, el desafío es lograr que nuestros niños adquieran las actitudes y habilidades para actuar en forma coherente y participen activamente en el cuidado de su entorno natural y sociocultural”.

“En esto, los adultos, educadores y educadoras, tenemos una gran responsabilidad, de educar en un proceso de enseñanza y aprendizaje que sea integral, que lleve al pensamiento crítico, donde los educandos se puedan ir dando cuenta de la relación de causa y efecto de cada acción que se realiza. Una educación basada en experiencias prácticas, vivenciales y referidas al entorno propio, que permita a las niñas y los niños tener sentimientos de pertenencia y significancia con su territorio”.

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