Ser profesora. Ese era el sueño de Elselina Soto Ulloa (46) desde que era una niña pequeña. No era un deseo extraño, ella vivía en un colegio del pueblo de Cholchol, comuna de la región de La Araucanía, junto a su familia. Su madre trabajaba como manipuladora de alimentos y su padre era auxiliar en el mismo establecimiento.
Por eso, cuando tuvo que escoger por una de las carreras del liceo técnico donde entró a enseñanza media, en Temuco, se inclinó por el área de la pedagogía, y la opción era técnico en párvulo. Fue así, como con menos de 20 años y recién egresada del colegio ingresó a la Junji como encargada del jardín infantil familiar “Los Pinitos”, en Cholchol.
“Recuerdo las salas de clases como mi hogar. Jugaba con el pizarrón a que les enseñaba a mis tres hermanos. Mi niñez fue a jugar ser profesora”, cuenta Elselina, quien a los dos años en Junji comenzó a estudiar pedagogía general básica, fiel a su anhelo de niña.
Pero algo había cambiado en su interior.
Ya titulada, tuvo una oferta laboral en un colegio, que Elselina rechazó. “Había cumplido mi sueño de estudiar pedagogía, estaba feliz, me había casado, tuve a mis hijos. Pero no pude dejar la Junji. No sabía cómo podría trabajar con niños grandes —aunque tenía más conocimientos en esa área— porque mi mente y corazón estaban con los 30 niños de mi jardín”, precisa.
La sede de este jardín infantil se quemó tras un incendio. Por lo que fueron traspasados a otro programa alternativo, el Jardín Infantil Familiar Arcoíris, ubicado en las instalaciones del liceo San Francisco de Asís, también en Cholchol, donde Elselina siguió a cargo por más de veinte años.
“Fui aprendiendo con la práctica lo que significaba dirigir un jardín alternativo. Me fui encantando con el trabajo comunitario, con las familias y los niños, a los que me daba cuenta era posible hacer felices con tan poco. Recibí mucho apoyo de las asesoras pedagógicas que me orientaban. Además, siempre busqué capacitarme”, explica.
Luego de 23 años como técnica en párvulo, Elselina se decidió a dar un nuevo giro a su vida. En 2017, se tituló como educadora de párvulos y entró a trabajar como educadora de aula al nuevo Jardín Infantil Dulces Pasos, de administración directa de la Junji Araucanía, en la comuna de Nueva Imperial. Luego que su programa alternativo fuera absorbido con la apertura del también Jardín Infantil clásico Los Alerces, en Cholchol.
“Vi que la educación parvularia estaba siendo relevante para el país; y que en mi jardín infantil estaba cerrándose un ciclo, la matrícula siempre estaba completa y el trabajo con las familias y la comunidad era excelente. Entonces, quise estudiar para profundizar más mi trabajo”, cuenta la hoy educadora y quien es clara en asentir que con este paso no queda conforme. “No quiero sentir —‘bueno, lo logré y aquí me quedo’–, lo que quiero es demostrar con hechos que la educación parvularia es súper importante y tiene resultados positivos; que podemos encantar a más familias y que los niños y niñas pueden aprender mucho en sus primeros años de vida y generar conocimientos significativos”.
La directora del jardín infantil Dulces Pasos, Clara Martínez Trarupil, coincide que con ese buen ímpetu se unió Elselina a ese nuevo equipo educativo, donde ella ha aportado con el conocimiento sobre la Institución y su capacidad de generar experiencias significativas de aprendizaje con pocos recursos y mucha creatividad. “Me apoya como directora en la gestión. Es entusiasta y preocupada constantemente. Tiene una madurez profesional que la hace hacer críticas siempre constructivas”, sostiene Clara.
Algo en que coincide la asesora técnica Eliana Saavedra Bustos. “Ella tiene una real vocación. Siempre prioriza en los niños y niñas. Ella puede ser un referente para todas las nuevas educadoras y técnicas en párvulos que ingresan a Junji, porque lo que tiene ganado Elselina es la experiencia y la práctica que se obtiene con el trabajo diario en el aula. Eso es lo que a ella la diferencia y la hace más completa como la profesional que es hoy”, sentencia.